Acaba de publicarse la séptima versión del Protocolo International Food Standard (IFS), que entrará en vigor el próximo 1 de marzo de 2021. Los principales cambios pasan por la introducción de novedades en materia de trazabilidad, comunicación de incidentes, vigilancia ambiental y cultura alimentaria. Se trata de requisitos alineados con las pautas de Global Food Safety Initiative (GFSI) cuyo objetivo es mejorar los conceptos de seguridad alimentaria y control de la calidad, adaptándose a las nuevas tendencias del sector.
En Puleva trabajamos para entender y satisfacer las necesidades nutricionales de los consumidores y así poder ofrecerles productos de calidad, saludables, sabrosos y que cumplan con los estándares más exigentes de seguridad alimentaria.
En 2019 se cumplió el 50º aniversario de la publicación del Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC) en base al Codex Alimentarius, pilar básico de cualquier sistema de inocuidad alimentaria. En estos 50 años los Sistemas de Gestión de Calidad y Seguridad Alimentaria han sufrido una evolución a sistemas que gestionan no sólo los riesgos sectoriales, sino aquellos introducidos en la cadena alimentaria de forma intencionada; bien para obtener una ganancia económica (fraude alimentario) o para provocar una contaminación intencionada en la cadena alimentaria (Food Defense).
Asimismo, la pandemia ocasionada por el COVID-19 ha vuelto a demostrar la importancia de la salud pública. En este sentido, la seguridad alimentaria, que el consumidor daba por cubierta, vuelve a ocupar una parte importante en el acto de compra. La Plataforma de Confianza de AENOR “Renovar la Cadena de Alimentación”, siempre con el foco puesto en el propósito de generar confianza entre empresas y personas, ofrece soluciones en materia de seguridad alimentaria, como las certificaciones del Protocolo IFS, Protocolo BRC, ISO 22000 o FSSC, que juegan un papel fundamental en el sector y ayudan a las organizaciones de la cadena alimentaria a ser más competitivas.
En la actualidad, la certificación del Protocolo IFS tiene una importancia destacada para las empresas alimentarias españolas. Y es que España, tras Reino Unido, es el país miembro de la Unión Europea (UE) con mayor porcentaje de Marca de Distribuidor (MDD) por encima del 40 % de las ventas totales en gran consumo. Además, este protocolo se convierte en un requisito clave para exportar alimentos a países de la UE o a países terceros gracias a su homologación con Global Food Safety Initiative (GFSI).
Es precisamente por la publicación del documento Benchmarking GFSI 2020 por lo que se ha estado revisando el Protocolo IFS durante los dos últimos años para poder publicar ahora una nueva versión.
La nueva versión 7 del Protocolo IFS, publicada en el mes de octubre, entrará en vigor el próximo 1 de marzo de 2021 siendo obligatoria su aplicación a partir del 1 de julio. Los principales cambios pasan por la introducción de novedades en materia de trazabilidad, comunicación de incidentes, vigilancia ambiental y cultura alimentaria; todos ellos requisitos alineados con las pautas de GFSI.
Por otro lado, se introduce el concepto de puntos de atención para sustituir a las desviaciones B y se modifica lo relativo al programa de auditorías no anunciadas haciéndose obligatorias una vez cada tres años. Estos cambios refuerzan más aún un esquema que se ha posicionado en España y en otros países europeos como el más implantado en la industria en materia de calidad y seguridad alimentaria.
La anterior versión del Protocolo IFS 6.1 ya reflejaba la tendencia sectorial, que ahora se refuerza más aún en la nueva versión que acaba de publicarse. Además, la versión 7 del Protocolo IFS incide en aspectos ligados a la producción de productos de alto riesgo microbiológico, introduciendo nuevos requisitos en este ámbito.
La certificación AENOR del protocolo privado IFS se engloba dentro de la Plataforma de Confianza: “Renovar la cadena de Alimentación”. Su objetivo es generar confianza en las relaciones entre las cadenas de distribución y las empresas proveedoras de alimentos de marca de distribuidor
Los cambios principales de la nueva versión 7 del protocolo privado IFS se pueden agrupar en dos partes: cambios en el esquema y en los requisitos.
La versión 7 del Protocolo IFS incide en aspectos ligados a la producción de productos de alto riesgo microbiológico, introduciendo nuevos requisitos en este ámbito
En Puleva trabajamos para entender y satisfacer las necesidades nutricionales de los consumidores y así poder ofrecerles productos de calidad, saludables, sabrosos y que cumplan con los estándares más exigentes de seguridad alimentaria.
Con ese objetivo, nuestros sistemas de gestión de seguridad alimentaria se fundamentan en la Norma ISO 22000 e incluyen requisitos y procesos adicionales que permitan asegurar el cumplimiento y certificación bajo los estándares FSSC e IFS Food.
La certificación conforme a IFS en todas nuestras fábricas fue un reto complejo del que salimos muy fortalecidos. A día de hoy, disponer de un sistema “maduro” no solamente nos transmite la tranquilidad de saber que nuestros productos son seguros, sino que, además, nos proporciona ventajas complementarias como son la notable mejora de la eficacia operativa de nuestros procesos, una mayor atención a la calidad del producto y una mejor relación con nuestros clientes y proveedores asegurando, conjuntamente, una mayor transparencia y comunicación sobre la inocuidad en toda la cadena de suministro.
De los nuevos requisitos que incorpora la versión 7 del estándar IFS Food, para nosotros es especialmente relevante el que se refiere a la incorporación de la “cultura de seguridad alimentaria” ya que es algo en lo que creemos profundamente y, por tanto, viene a reforzar el trabajo que desarrollamos desde que empezamos a implantar nuestros sistemas de gestión.
Creemos que es fundamental que nuestros equipos conozcan muy bien todos aquellos aspectos asociados a su actividad que puedan tener impacto sobre la seguridad alimentaria. Pero creemos igualmente que eso no es suficiente y que a este conocimiento debemos sumarle la “proactividad” y el “compromiso” en la prevención de incidentes de inocuidad. Sabemos que la formación, aun siendo imprescindible, no es suficiente y que solamente a través de una fuerte cultura de empresa con respecto a la seguridad alimentaria podremos trasmitir de forma directa e indirecta a nuestros empleados los valores, prácticas y actitudes relacionadas con la inocuidad de los alimentos
Estamos seguros de que con la adaptación a esta versión continuaremos ampliando nuestro conocimiento sobre el nivel de cultura de inocuidad alimentaria que hay en nuestra empresa y, en consecuencia, podremos avanzar un paso más en el refuerzo de esa cultura colectiva asociada a la seguridad alimentaria en nuestros productos y procesos.