El Proyecto HU-CI tiene entre sus objetivos evaluar diferentes áreas de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para implementar acciones de mejora que permitan aterrizar la humanización de los cuidados adaptándonos a las necesidades de las personas. Un total de 160 medidas concretas se incluyen en un Manual de Buenas Prácticas de Humanización que ponen el foco en pacientes, familiares y profesionales. AENOR verifica aquellas UCI que implanten las medidas requeridas consiguiendo así la Certificación en Buenas Prácticas en Humanización de los Cuidados Intensivos.
Gabriel Heras
Médico intensivista del Hospital Universitario de Torrejón
Creador Proyecto HU-CI
José Manuel Velasco
Enfermero del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga
Coordinador de formación y certificaciones Proyecto HU-CI
Marta Serrano
Gerente Sector Sanidad
AENOR
Tradicionalmente la asistencia sanitaria se intenta prestar de forma homogénea en todas las partes del mundo gracias a las Guías de Práctica Clínica (GPC). Estas guías son un conjunto de recomendaciones basadas en una revisión sistemática de la evidencia y en la evaluación de los riesgos y beneficios de las diferentes alternativas, con el objetivo de optimizar la atención sanitaria a los pacientes. Estas herramientas son muy prácticas y ayudan a aplicar el mejor conocimiento científico en aquellas situaciones en las que es posible trasladar los resultados de la investigación a la práctica directamente.
Hay otras parcelas en las que también es necesaria una normalización de la práctica, en las que no es posible la realización de estudios experimentales tan apropiados para las GPC. La humanización de la asistencia sanitaria ha sido una de esas parcelas en las cuales, y a pesar del amplio conocimiento científico disponible sobre las distintas facetas que intervienen, no se habían definido estándares de actuación normalizados sobre los cuales basar nuestra práctica diaria.
Durante el pasado siglo XX hemos asistido a un extraordinario desarrollo científico y tecnológico de la Medicina que ha llevado a la atención sanitaria a cotas impensables de efectividad a través de un ejercicio clínico cada vez más súper especializado. Sin embargo, esta Medicina tan especializada, con infinidad de medios disponibles y a nuestro alcance, ha descuidado en algunos casos la parte humana, de forma que muchos profesionales tratan sólo enfermedades y algunos otros intentan tratar a personas que tienen una enfermedad.
En este escenario, las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) son posiblemente las áreas más “deshumanizadas”, ya que se trata de servicios altamente especializados, dotados de tecnología punta, normatizados, tecnificados, restrictivos y característicamente herméticos; una especie de universo propio dentro de un hospital. Además, el paciente de la UCI corre el riesgo de terminar casi desapareciendo detrás de las máquinas, sin voluntad, y donde lo más importante es el resultado que ofrecen los monitores y otros sistemas de control sobre su estado de salud. Todo ello implica, que el paciente pasa a ser reconocido solo de acuerdo con sus parámetros de gravedad. Es por ello, que durante el año 2016 se pensó desde el Proyecto Internacional de Investigación para la Humanización de los Cuidados Intensivos (Proyecto HU-CI) que era necesario elaborar una hoja de ruta que sirviera a todos los profesionales del paciente crítico, independientemente de la parte del mundo donde estuvieran, para aterrizar la humanización de los cuidados adaptándonos a las necesidades de las personas.
Buenas prácticas
Se partía de la siguiente hipótesis: una vez definidas las buenas prácticas para humanizar las UCI, todas tendrán un método de diagnóstico sencillo y replicable en su medio, que además puede ser exportable al resto de la atención sanitaria y en cualquier ámbito. El trabajo colaborativo entre pacientes, familiares, profesionales sanitarios y no sanitarios, permitió definir un conjunto de buenas prácticas aplicables en la UCI, que contribuyera a mejorar la experiencia de las personas que las habitan. Partiendo de esta premisa, el resto de las especialidades podrían elaborar materiales similares que extiendan la humanización de los cuidados en sus ámbitos respectivos.
Estas pautas contribuirían claramente a disminuir la variabilidad en la atención, también en estos aspectos no relacionados con criterios científico-técnicos, y a normalizar la práctica clínica, de manera que se garantice una prestación de cuidados más justa e igualitaria. Tras la elaboración de la Primera Edición del Manual de Buenas Prácticas en Humanización de los Cuidados Intensivos publicado en noviembre de 2017 y de acceso libre y gratuito, Proyecto HU-CI diseñó un proceso de certificación de dichas buenas prácticas para todas aquellas Unidades y Hospitales interesados.
Con el objetivo de que el proceso de verificación fuera independiente, en 2019 firmó un acuerdo con AENOR para cerrar el círculo. El certificado otorgado por AENOR y Proyecto HU-CI a una unidad determinada, es conforme
con las especificaciones y los criterios establecidos en dicho manual y sus revisiones posteriores.
Según la Entidad Nacional de Acrecitación (ENAC), la certificación de los sistemas de gestión es actualmente un aspecto que aporta innegables ventajas y valor a las empresas al contribuir a estimular procesos de mejora continua, a mejorar sus productos y servicios y su gestión, así como a reforzar sus oportunidades comerciales. Asimismo, ha demostrado su eficacia como elemento diferenciador en el mercado al contribuir a mejorar su imagen y generar confianza entre clientes, consumidores, accionistas y autoridades competentes”.
Por tal motivo, pensamos que la Certificación en Buenas Prácticas en Humanización de los Cuidados Intensivos es la herramienta que hará posible el cambio en el modelo de gestión, desde el actual modelo centrado en las enfermedades hacia un modelo con el foco en las personas y su dignidad: pacientes, familias y profesionales.
El programa de certificación de humanización en las Unidades de Cuidados Intensivos está dirigido actualmente a UCI Reanimación o cualquier otra unidad de atención continuada a pacientes críticos, pertenecientes a centros hospitalarios del sector público o privado que lo soliciten.
El programa de certificación de humanización en las Unidades de Cuidados Intensivos está dirigido actualmente a UCI Reanimación o cualquier otra unidad de atención continuada a pacientes críticos, pertenecientes a centros hospitalarios del sector público o privado que lo soliciten
Pacientes, familiares y allegados
Proyecto HU-CI surge como un grupo de investigación multidisciplinar internacional que busca, a través de la investigación participativa y en red, evaluar diferentes áreas y llevar a cabo la implementación de las correspondientes acciones de mejora. Y se abordan estas áreas siempre desde una triple perspectiva, considerando a los pacientes, sus familiares o allegados y los profesionales que los atienden. Los pacientes críticos son especialmente vulnerables tanto desde el punto de vista físico por su enfermedad grave, como por los factores estresores a los que se ven sometidos durante su ingreso. Ante estas situaciones, los pacientes esperan su curación, pero igualmente pretenden el bienestar. En ocasiones, esa curación será imposible y procurar el bienestar deberá entenderse como el principal objetivo.
Por su parte, los familiares y allegados también sufren las consecuencias y, en muchas ocasiones, sus necesidades físicas y emocionales no son cubiertas de forma óptima. Conforman el lado psicosocial de la atención al que tanto se alude en nuestra formación y que solemos abandonar para centrarnos en la enfermedad. Desde una perspectiva excesivamente biologicista, dejamos de lado ese aspecto psicosocial del que nadie, sano o enfermo, puede desprenderse.
En el caso de los profesionales del enfermo crítico, se ven expuestos a muchos factores que pueden derivar en conflictos interpersonales y alteraciones psíquicas y emocionales que interfieren en su trabajo, impactan en el ámbito personal y profesional e incluso pueden influir en los resultados de los pacientes.
Proponer y propiciar medidas que favorezcan el cuidado de todos los implicados, pacientes, familiares y profesionales es el principal objetivo del proyecto. Esta concepción trasciende de una mera declaración de voluntades bien sonante y obliga a revisar el modelo de relaciones que establecemos entre nosotros como equipo y con los pacientes y familiares.
Desde el Proyecto HU-CI se proponen medidas concretas en distintas líneas de trabajo que pueden ser implementadas en la práctica y posteriormente evaluadas. Esas propuestas ya se han trasladado a experiencias particulares de cambio y adecuación tanto de la práctica y dinámica habitual en distintas unidades, como de la estructura física y reordenación de espacios en otras. Igualmente, han sido recogidas e integradas en planes de humanización como el de la Comunidad de Madrid, con el objetivo de hacerlo extensivo al mayor número de unidades.
Proyecto HU-CI centra sus esfuerzos en propiciar un nuevo modelo de unidades de cuidados intensivos. Sus líneas marcan las principales prioridades de trabajo y contienen un total de 160 estándares distribuidos en ocho líneas estratégicas, donde la línea 1 UCI de puertas abiertas y la 7 Infraestructura humanizada se unen por una cuestión de lógica. Estas líneas y las buenas prácticas que contienen son la base del proceso de Certificación en Buenas Prácticas de Humanización de Unidades de Cuidados Intensivos. (Ver figura 1)
Figura 1. Líneas estratégicas del Proyecto HU-CI
Verificar buenas prácticas
La colaboración de AENOR con el Proyecto HU-CI surge a raíz de la decisión estratégica de la compañía de estar cerca de los clientes para poder conocer sus necesidades. Para ello es necesario analizar las tendencias de los sectores, encontrando en el sanitario líneas de trabajo en humanización de la asistencia en los planes estratégicos de la mayoría de las consejerías de sanidad. El Proyecto HU-CI ya estaba trabajando en humanizar la prestación asistencial en las unidades de cuidados intensivos, culminando el proceso con una certificación conforme a su guía de buenas prácticas. Para poder garantizar la imparcialidad del proceso debía ser auditado por una tercera parte independiente, que asumimos con enorme responsabilidad desde AENOR.
El proceso de auditoría es sencillo e incluye una visita a la unidad de cuidados intensivos, donde los profesionales de AENOR deben constatar que lo que la organización dice que tiene en sus infraestructuras o que hace en sus procedimientos se corresponde a la realidad. Como en otros procesos de este tipo, se examinan las instalaciones y se entrevista a los protagonistas de los distintos procesos asistenciales, incluyendo, cuando sea posible, a pacientes y familiares, siempre con consentimiento previo y con exquisitas medidas de confidencialidad y respeto. Para ello AENOR ha seleccionado específicamente a auditores con dilatada experiencia en la certificación de sistemas de gestión de calidad en el sector sanitario, acreditados por la Entidad Nacional de Acreditación Española (ENAC).
La Certificación en Buenas Prácticas en Humanización de los Cuidados Intensivos es la herramienta que hará posible el cambio en el modelo de gestión, desde el actual modelo centrado en las enfermedades hacia un modelo con el foco en las personas y su dignidad: pacientes, familias y profesionales
El informe resultado de la verificación tiene como finalidad destacar las buenas prácticas, establecer las oportunidades de mejora y, solo si ocurriera, reflejar aquello que es discordante entre lo respondido y lo evidenciado, aclarando los motivos y en qué modo afectan al resultado de la verificación. La verificación de la UCI del Hospital Infanta Elena fue enriquecedora para el personal de AENOR, tanto en lo profesional como en lo personal. Esta UCI no solo destaca por sus buenas prácticas verificadas, sino que sobre todo destaca por el compromiso y la implicación de todo el personal de la UCI, a los que vimos trabajar como un equipo multidisciplinar perfectamente sincronizado, enfocado a su labor asistencial con competencia, pero también con cariño hacia pacientes y familiares.
En este proyecto el rigor es la pieza angular en la que se apoya todo el trabajo de AENOR, ya que tiene la enorme responsabilidad de generar confianza, entre los pacientes y los familiares, de que en los hospitales que certifica van a recibir una asistencia sanitaria no solo eficaz, sino además humana. Los certificados emitidos por AENOR tienen una vigencia de dos años, aunque los centros pueden optar antes a la recertificación si, en el caso de haber implantado nuevas prácticas, desean mejorar su nivel de humanización en UCI.
En general, la certificación proporciona confianza a los pacientes, prescriptores y gestores de servicios sanitarios y sociosanitarios en que dichos servicios han sido evaluados de forma imparcial, independiente y competente conforme con normas reconocidas internacionalmente. Por lo tanto, es lógico pensar que la acreditación en buenas prácticas de humanización debería obtener los mismos resultados. Además, sirve para homogenizar la atención sanitaria independientemente de la parte del mundo en donde nos encontremos hacia un modelo fácilmente reproducible y exportable, excelente y centrado en las personas.
Experiencia
Pioneros mundiales en humanizar los cuidados intensivos
Mª Carmen García
Jefe de Servicio de Medicina Intensiva y Unidad Coronaria
Hospital Universitario Infanta Elena de Madrid.
Humanizar los cuidados intensivos significa apostar por unos cuidados centrados en las personas, independientemente de que sean pacientes, familias o profesionales; y personalizar la asistencia, escuchando lo que necesitan estos protagonistas que conviven diariamente en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Así, en 2016 el equipo de UCI del Hospital Universitario Infanta Elena puso en marcha diferentes líneas de trabajo y proyectos para impulsar la humanización de los cuidados intensivos en nuestro centro; muchas de ellas se encontraban dentro del Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS). En marzo de 2018 nos planteamos que era hora de pararse y pensar en todo lo que habíamos avanzado hasta ese momento en cuanto a humanización de nuestra unidad; y en aquellos aspectos que aún no habíamos trabajado y que formaban parte de la definición de las “Buenas Prácticas Humanización en cuidados Intensivos”, que estaban muy bien definidas y promovidas por el Proyecto HU-CI: “Humanizando los cuidados intensivos”.
Un proyecto que nos fascinó, pues invitaba al cambio de todas las partes del sistema sanitario que trabajan en una UCI (pacientes, familiares y profesionales), para convertirlas en esos lugares que realmente queremos que sean “Los lugares más amables en todo el mundo”. En definitiva, queríamos conseguir que nuestra UCI, además de ser donde se atiende la patología más grave del hospital, fuese un lugar donde la forma de hacerlo sumara como uno de sus activos; a sabiendas de que uno de los signos de humanización de la Medicina es que los profesionales nos preocupemos no solo de curar a quien esté enfermo, sino también de cuidar a quien no puede ser curado.
Nuestro lema de trabajo en la unidad pasó a ser “No podremos curar a todas las personas, pero seguramente podremos mejorar los cuidados que realizamos”. Con este reto y la visión de que la asistencia sanitaria en nuestra unidad tuviera el apelativo de “humano” solicitamos en abril del 2018 el proceso de Certificación en Humanización, que implicaba la evaluación en diferentes áreas según las Buenas Prácticas en Humanización de las unidades de cuidados intensivos que promueve el Proyecto UCI con H (HU-CI). Un total de 160 medidas en la que vienen bien definidas las ocho líneas de actuación que hay que cumplir dentro de los cuidados intensivos y que van destinadas a mejorar la atención a los pacientes, centrándonos en su bienestar y satisfacción, su cuidado físico y emocional, y entendiendo a las personas en su dimensión integral (física, psíquica, social y espiritual); mejorar los cuidados al final de la vida, aceptando la muerte y humanizando el proceso de morir, integrando incluso los cuidados paliativos como una parte esencial de nuestro trabajo; y atender el síndrome poscuidados intensivos (tanto su prevención como seguimiento al alta de UCI).
Estas buenas prácticas también van destinadas a facilitar la participación e implicación de las familias en los cuidados, dando soporte a sus necesidades psicológicas y emocionales, permitiendo su presencia y poniendo en valor su importancia en la recuperación del paciente; e incluso creando una escuela de familias. Asimismo, intentan mejorar la calidad de vida de los profesionales que trabajan en cuidados intensivos, que exige un gran compromiso y agotamiento emocional. Así, se ofrece soporte adicional a estos profesionales con estrés sobreañadido; sensibilización y prevención del síndrome de desgaste profesional, realizando de forma periódica talleres de trabajo en equipo sobre comunicación, trasmisión de malas noticias, relajación o mindfulness.
Cuidar a todas las partes que conviven en una UCI es el camino hacia la construcción de unos cuidados intensivos excelentes y de mayor calidad. Conseguir una H-UCI (UCI humanizada) ha supuesto para el equipo de UCI del Hospital Infanta Elena un reto apasionante que nos ha permitido conseguir la Certificación AENOR de Buenas prácticas en Humanización de UCI y que implica para nuestra unidad liderar y ser referente en la atención humanizada del paciente crítico en el mundo.