Mercedes Ziegner
Mánager de Alimentación, Distribución y Consumo
Juan José Moreno
Mánager de Alimentación
Hoy en día sabemos que las brechas de competitividad están centradas en los valores con los que se identifica la sociedad, y esto supone una oportunidad para aquellas organizaciones que quieren impulsar sus estrategias de sostenibilidad y sus iniciativas para ofrecer al consumidor lo que realmente espera cuando le entrega su producto o servicio. En este sentido, una de las preocupaciones de la sociedad del siglo XXI pone el foco en el desperdicio de alimentos.
AENOR, fiel a su propósito de contribuir a la transformación de la sociedad creando confianza entre organizaciones y personas, ha desarrollado una nueva solución de evaluación de la conformidad dentro de su Plataforma de Confianza: “Combatir el Desperdicio Alimentario”. Se trata del modelo de certificación Desperdicio Alimentario Cero, que pone en valor el trabajo que están realizando muchas organizaciones que pertenecen a la cadena alimentaria para reducir el desperdicio de alimentos que puede tener lugar en las distintas fases; esto es, desde la producción de la materia prima, la transformación del alimento, su transporte y distribución, hasta que llega al consumidor en el punto de venta o de consumo.
Impacto social, ambiental y económico
Naciones Unidas publicó hace ya diez años un informe a través de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en el que se daba a conocer que 1/3 de los alimentos que se producen en el ámbito mundial van a parar a la basura. Este estudio dio lugar a investigaciones posteriores, tanto de la propia FAO como de otras organizaciones internacionales, que han derivado en análisis para conocer el problema en sus distintas dimensiones: social, ambiental y económica.
En el ámbito social las cifras que se han presentado sobre el hambre indican que casi un 10 % de la población sufre inseguridad alimentaria. Teniendo en cuenta que otra parte de la población desperdicia comida, los informes muestran la ineficiencia que hay en los sistemas alimentarios y, por lo tanto, los enormes retos que todavía hay por delante.
La evaluación del impacto ambiental supone un aspecto complejo. Pero, lo que sí se conoce es que el desperdicio de alimentos contribuye negativamente al cambio climático porque es parte responsable de la generación de gases de efecto invernadero. Además, cuando se desperdician alimentos hay un desgaste innecesario de los recursos como el agua, la energía la tierra, etc. en inmensas superficies cultivadas para elaborar alimentos que luego se tiran a la basura. A todo esto, hay que sumar el impacto en la biodiversidad, entre otros aspectos.
Por último, hay que tener en cuenta las pérdidas económicas que conlleva el desperdicio. No se trata solo de factores económicos que impactan luego en el coste y en el precio del producto, sino que además esos impactos afectan a la parte más vulnerable de la cadena de suministro: la producción en el campo.
Todo ello deriva en una preocupación general de toda la sociedad en torno al desperdicio de alimentos y su impacto. Además, las políticas en el ámbito público y privado tienen un enfoque integral hacia la sostenibilidad, por lo que estamos en el camino de conseguir cambiar esta situación.
Causas del desperdicio alimentario
Las cifras nos muestran que más de la mitad del desperdicio en el ámbito mundial se produce en los hogares y la otra mitad se distribuye a lo largo de todas las etapas de la cadena de suministro. Con respecto a las causas, son diversas y varían según el segmento de la cadena agroalimentaria.
Según el informe de Naciones Unidas, las causas más frecuentes en los hogares se deben a deficiencias en las prácticas tanto de la compra como del consumo.
Tenemos un estilo de vida donde es difícil planificar las compras; y también hay mucha confusión y desconocimiento con la vida útil de los productos, afectando su aprovechamiento por incorrecto almacenamiento y conservación.
En el campo, las pérdidas se deben en muchos casos a las condiciones climáticas, prácticas utilizadas en la recolección y manipulación, o problemas en la comercialización de la producción.
En la industria, este desperdicio está más relacionado con las mermas de producción, averías en máquinas, problemas de calidad del producto, etc.
Y, por último, en el comercio minorista los factores que determinan el desperdicio alimentario pasan por una vida útil limitada de los alimentos, la necesidad de que los productos alimenticios cumplan las normas estéticas en términos de color, forma y tamaño, y los cambios en la demanda.
Elementos clave de la certificación AENOR Desperdicio Alimentario Cero
¿A quién va dirigida la certificación?
Atendiendo a las estadísticas expuestas anteriormente, hay sectores o actividades en los que las cifras de desperdicio de comida son mayores. Si bien el porcentaje más alto se sitúa en los hogares, cercano al 60 %, en el ámbito empresarial existe también un porcentaje significativo que hay que abordar desde los diferentes eslabones de la cadena alimentaria.
Las organizaciones que se encuentren en el camino de abordar este reto pueden encontrar en la certificación AENOR Desperdicio Alimentario Cero una eficaz herramienta que les permitirá ordenar su gestión y minimizar el desperdicio de una forma eficaz.
La certificación AENOR de Desperdicio Alimentario Cero está orientada a las empresas que forman parte de la cadena alimentaria, con el foco en los siguientes eslabones:
- Distribución Mayorista, Minorista, HORECA.
- Entidades receptoras de alimentos.
- Industria agroalimentaria.
Este certificado se adapta muy bien a cualquier tipo de organización y permite comunicar un mensaje claro en cuanto a las buenas prácticas puestas en marcha para alcanzar el desperdicio alimentario cero. Así, aporta una base para el cumplimiento legal, una herramienta de mejora continua para reducir el desperdicio y un canal de comunicación para dar visibilidad al desempeño de la organización en este ámbito.
Asimismo, esta certificación ofrece una alta integración con otras soluciones de evaluación de conformidad que forman parte de la Plataforma de Confianza: “Combatir el Desperdicio Alimentario”, como es el caso del certificado AENOR de Residuo Cero con la que se logara un buen ajuste de los tiempos de auditoría cuando las evaluaciones se llevan a cabo de forma conjunta y por un mismo equipo auditor.
La Marca de AENOR tiene más de un 70 % de notoriedad sugerida en los consumidores, lo que significa que tres de cada cuatro personas la reconocen como una garantía de confianza, lo que influye sobre las decisiones de compra.
Por todo ello, apostar por la certificación AENOR Desperdicio Cero Alimentario es una oportunidad para aquellas empresas de la cadena alimentaria que quieren poner en valor sus iniciativas y estrategias de sostenibilidad con el objetivo de dar respuesta a las demandas de los consumidores en este ámbito.
Este certificado aporta una base para el cumplimiento legal, una herramienta de mejora continua para reducir el desperdicio y un canal de comunicación para dar visibilidad al desempeño de la organización en este ámbito
Iniciativas en marcha
En el ámbito global, desde Naciones Unidas se han impulsado los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Una de las metas del ODS 12 Producción y consumos responsables está directamente asociada a esta cuestión: “12.3 De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”.
Este objetivo de reducción está reforzado desde el Pacto Verde Europeo, donde se ha creado la Estrategia Europea “De la granja a la mesa” con el objetivo de mejorar la sostenibilidad de la cadena agroalimentaria.
En el ámbito europeo también se pueden mencionar la Resolución del Parlamento Europeo sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: “Estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE”.
En España hay que destacar la Estrategia Española de Economía Circular o el programa “Más alimentos, menos desperdicio” del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Además de las iniciativas legales que ya existen en algunas Comunidades Autónomas, el 11 de octubre de 2021 el MAPA presentó un anteproyecto de ley sobre Pérdidas y Desperdicio Alimentario, iniciando un ciclo de revisión y entrada en vigor durante el año 2022 para ser de aplicación obligatoria en 2023.
Entre las iniciativas y programas que actualmente se están llevando a cabo con el objeto de combatir el desperdicio alimentario se encuentran las asociadas a la inversión en tecnología, la innovación, la mejora de los procesos y las campañas de sensibilización social. Estas iniciativas se fundamentan en las siguientes claves:
- Establecer prácticas de prevención y eficiencia a lo largo de toda la cadena alimentaria, que maximicen el uso de los recursos.
- Maximizar el aprovechamiento del excedente producido a lo largo de las diferentes fases de la cadena de valor (redistribución, reutilización y reciclado).
- Apostar por la innovación.
- Concienciar y formar a la sociedad sobre este problema y la necesidad de reducir el desperdicio alimentario.
En el ámbito interno, las empresas trabajan la concienciación de sus profesionales, la optimización del stock, un mayor ajuste de los pedidos a la demanda, la eliminación de fases intermedias, el refuerzo de la entrega directa a los supermercados y la facilitación al cliente de una compra más adaptada a sus necesidades.